martes, 22 de noviembre de 2011

Amanecer: la androginia vampiresca (Diario El Heraldo-Colombia)


En esta entrega se consuma finalmente el amor imposible entre la humana Bella Swan y el vampiro Edward Cullen. Bella deberá afrontar el temible embarazo del dhampiro que crece en su vientre, que la consume.

La construcción imaginaria de ciertas entidades demoníacas y sus poderes atribuidos no viene siendo más sino el reflejo propio de los miedos del ser humano, de allí a que desde la mitología y tradición oral de data inmemorial se establezca la creencia hacia la existencia de ciertas criaturas con cualidades inmortales y de ansias de beber sangre. Dicha superstición experimentó su momento más álgido en la mayoría de pueblos de Europa durante el siglo XVIII o Siglo de las Luces, cuando la histeria colectiva generada a partir de enfermedades poco comunes, propendió el ejercicio de las ejecuciones públicas de personas señaladas como endemoniadas.

Aunque no sería sino hasta la llegada de la novela de Bram Stocker, Drácula, que se sentarían las bases para el perfil del vampiro que hasta nuestros días se conoce.

Tal fue la recepción de esta novela, que fue objeto de estudio multidisciplinario, y entre ellos, el psicoanalítico, que puntualizaba en la obra la contraposición de una pulsión de vida y muerte en el ser humano, lo que en palabras castizas corresponde precisamente a la búsqueda incesante y simultánea de la preservación y la autodestrucción del ser.

En el siglo XXI las nuevas narrativas buscan reincorporar estos mitos y acomodarlos al raciocinio actual, no es por ello de extrañar que se haya desdibujado el mito clásico del vampiro lúgubre y en su reemplazo se establezca a la androginia como punto clave en el discurso del fenómeno Crepúsculo.

A pesar de que sus detractores –fieles al género– no lo ven con buenos ojos, la lírica de sus letras y la belleza asfixiante de sus protagonistas calaron con profundidad en el inconsciente colectivo juvenil convirtiéndole en la saga de vampiros con mayor recaudación económica a nivel mundial.

La autora, Stephenie Meyer (24 de diciembre de 1973 )

Su verdadero nombre es Stephenie Morgan, y estudió Filología en la Universidad de Brigham Young, en Utah, aunque nació en el estado de Connecticut, Estados Unidos. El origen de la saga comienza con un sueño que tuvo acerca del amor que se profesan una joven y un vampiro. Meyer ha definido sus novelas como románticas, más que como vampirescas, debido a que sus protagonistas se alejan del arquetipo común de estos seres. Su saga ha vendido alrededor de 100 millones de ejemplares en el mundo, y su público objetivo primario son los adolescentes, razón por la cual ha decidido apartar el tema sexual explícito de sus obras, además porque profesa la religión mormona. Uno de los mayores éxitos de Meyer, y que ha creado un culto alrededor de sus admiradores, puede no deberse, precisamente, a su calidad creativa o narrativa, sino a la prolija poesía de sus escritos, que retoma el amor imposible entre dos impúberes, retornando al idilio distintivo de las relecturas de clásicos románticos shakesperianos, en los cuales afirma haberse basado.

De los musicales, al lado oscuro de los no muertos

Reconocido por la puesta en escena de musicales como ‘Chicago’ y ‘Dreamgirls’, entre otras producciones, Bill Condon, el director, arribó al proyecto como cualquier otro admirador de la saga lo haría.

No obstante, su compromiso por el traslado de la obra a la pantalla grande lo obtuvo tan pronto como el guión del filme llegó a sus manos. Para el cineasta, el hecho de hacer parte de la transformación de los personajes principales, en cuanto a la maduración de Bella y Edward, representó una gran responsabilidad tanto consigo mismo, como con los seguidores de la saga. “Bella va un paso adelante, psicológica y físicamente, al tener en su vientre un embrión que le rompe las entrañas”, afirma Condon, según datos de producción. De la misma manera, buscó resaltar los comienzos de Edward de ser convertido en vampiro, lo que este momento le significó y la culpabilidad que sentía al acabar con vidas humanas. Este episodio lo retoma en el filme para otorgarle la posibilidad de redención al personaje, antes de acceder al matrimonio. Retos como la integración de elementos adultos en la narración visual –sin ser muy explícitos– para un público en su mayoría juvenil, confirmaron su entrada en la producción.

La belleza mefistofélica

Habitualmente el vampiro era identificado como una criatura de degradante aspecto físico, pálido por la falta de exposición a la luz solar, y de fétido olor bucal debido a la constante absorción de sangre para nutrirse, las cuales, entre otras características, le conferían un aire siniestro. Y es a partir de la evolución del pensamiento humano del siglo XXI que se modifican estas particularidades hacia el inconsciente colectivo, y a través de la fuerza mediática que retoma la esencia de dichas figuras oscuras, aunque otorgándoles la posibilidad de la redención. Es por ello que los protagonistas de las obras de la autoría de Meyer terminan por desviarse de los parámetros previamente establecidos para su creación. Se les otorgan valores, entre ellos la capacidad de enamorarse y la belleza propia de los seres vivos, aunque en esta ocasión dicha cualidad se encuentre tan exacerbada que linde hacia la androginia. No es por ello de extrañar que este sea uno de los ingredientes que cale con mayor profundidad entre los adolescentes que deliran por el visionado de esta saga. El vampiro que lucha por liberarse de su condición inmortal, que desea retomar el camino correcto y que en vez de disfrutar su lado oscuro, se repele a sí mismo por ello es un factor crucial en las nuevas narrativas.

Furia de gigantes entre licántropos y vampiros

A pesar de que Meyer intentó sustraer cualquier halo sexual de su obra –esto, según sus propias declaraciones–, el magnetismo sexual de sus protagonistas es innegable debido tanto al carácter andrógino de los mismos, como también de ciertas peculiaridades imbuidas en estas criaturas previas a su narración postmoderna. Ya sabemos que Freud relacionaba muchas de sus teorías con componentes sexuales, razón por la cual no es de extrañarse que existan teorías psicoanalíticas que hayan sacado a la luz las posibles connotaciones eróticas de los elementos vampirescos, tales como que la estaca que se ha dispuesto como uno de los elementos con los que se propina la muerte se haya relacionado con una figura fálica. Su tradicional deceso sea una suplantación artística de los deseos inconscientes libidinosos de narcisismo y complejo de castración, siendo la sangre un símbolo del alma que roban de sus víctimas. De igual forma, las figuras antiguas de vampiros son extraídas de tradiciones orales que se remontan a la antigüedad clásica, y sus características primordiales son la falta del reflejo en el espejo, la aversión hacia los símbolos cristianos, su carácter indestructible y su vulnerabilidad al sol. Otra de las criaturas en la saga es el licántropo u hombre lobo, quien al ver la luna llena aflora su bestia interna, aunque al final termina venciendo la naturaleza asocial propia de su instinto animal, a pesar de los deseos propios de no convertirse en dicha criatura.

Personajes de la saga

Edward Cullen. Al ser convertido en vampiro por Carlisle, se le otorgó la habilidad de leer la mente, empieza por vivir con este, aunque luego continúa con una vida nómada, alimentándose de la sangre de criminales que se encuentra a su paso. Arrepentido de esto, regresa con Carlisle.

Emmet Cullen. Su mayor destreza es la fuerza física. Es transformado por Carlisle a la vida vampiresca cuando es mutilado por un oso.

Bella Swan. Adolescente conflictiva que se enamora de Edward, con quien procrea un bebé mitad humano, mitad vampiro. Su don le es dado en esta etapa de embarazo, en la cual descubre su habilidad de transmitir pensamientos a través del contacto.

Jasper Hale. Tiene el don de percibir y cambiar las emociones de quienes le rodean. Sirvió en la Guerra Civil de Estados Unidos, desapareciendo a la edad de 20 años, cuando es convertido.

Jacob Black. Nativo americano descendiente de la tribu de los quileutes, es un licántropo y se enamora de Bella, protegiéndola durante toda la saga.

Esme Cullen. La única sin habilidad especial, restaura antigüedades y es la compañera sentimental de Carlisle.

Carlisle Cullen. Tiene el patriarcado de su familia. No se siente tentando por la sangre humana ya que lleva más de 300 años de abstinencia, consumiendo solo sangre de animales. Tiene 23 años en edad física. Por un tiempo vivió con los Volturi, es médico y su padre cazaba figuras demoníacas como brujas y vampiros en el siglo XVII.

Los Volturi. Aro es el líder. Tienen 32 miembros, aunque solo cinco son principales y son considerados como la realeza de los vampiros, también son los más poderosos y civilizados. Han existido por más de 3.000 años y residen en Volterra, Italia.

El Clan Denali. Es un aquelarre de vampiros vegetarianos como los Cullen, son muy cercanos a estos y viven en Alaska. Tienen un papel fundamental en esta entrega, ya que le ayudarán a los Cullen en la batalla final contra los Volturi. Clan compuesto por Eleazar, Carmen, Tanya e Irina.

Alice Cullen. Tiene la maestría de leer la mente tanto de humanos como vampiros, aunque le falla con los hombres lobo. No recuerda nada de su vida humana, solo que un día se despierta siendo vampiro.

Los precursores en beber sangre humana

Drácula: Es el inicio vampiresco conocido literario, una novela de terror y epistolar del autor irlandés Bram Stocker, que fue publicada en el año 1897. De esta novela se derivaría la concepción actual del vampiro, y ha sido recreada innumerables veces en varios ámbitos artísticos, ejerciendo una enorme influencia en el tema.

Nosferatu: Después de que el director alemán Murnau no lograra conseguir los derechos para filmar ‘Drácula’, propone un modelo parecido de vampiro. Aunque la palabra Nosferatu no tiene un significado conocido, una etimología griega puede señalar que se deriva de “nósforos” –o agentes difusores de enfermedades–, el cual era el distintivo central en la Europa Central. Es la pieza clave del expresionismo alemán y la figura con la que el reconocido director Tim Burton se identificaría para la caracterización de la mayoría de sus personajes principales.

Bela Lugosi: Actor emblemático del género, quien popularizó en la década de los 30 la clásica vestimenta de capa y ropajes claroscuros que le imprimían un aire decisivamente tenebroso. Debido a su adicción a la droga, sus escenas finales estuvieron a cargo de Edward Wood Jr., considerado como el peor director de la historia del cine. Tras su muerte, fue incinerado llevando puesto su disfraz.

Por Carolina Pardo Delgado

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